Un texto de Beatriz Bezares García
Dentro de la Iglesia principal de la Aldea, en el subterráneo, hasta el último cuarto, hay una puerta escondida detrás del tapete. Del otro lado, una institución secreta funciona como de costumbre...
- Padre, ¿considera que estoy condenado por hacer esto?
- Sí, hijo, lo estás.
- Pero, ¿cree que me salvaré?
- No, hijo, completamente condenado.
- Entonces, Padre, ya no quisiera hacerlo.
- Hay deberes, hijo, que pesan más que el alma, pero que son necesarios. No te preocupes, el Señor lo tomará en cuenta en el juicio final, y tal vez te perdone. Es muy bueno y justo, hijo, no lo olvides.
- Ojalá así sea, Padre, ojalá.
- Por cierto, necesito que hagas hablar a María Cristina Teutli. Se rumora en la Aldea que es una bruja muy poderosa.
- Pero, ¿cómo Padre?, ¡Si Cristina tiene apenas sólo 9 años!
- El deber, hijo, el deber...
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