viernes, 2 de abril de 2010

Michael Ende, el defensor de Fantasía

Su nombre completo es Michael Andreas Helmut Ende, fue un escritor alemán que nació el 12 de noviembre de 1929 en Garmisch-Partenkirchen, Baviera, y murió el 28 de agosto de 1995 en Stuttgart.

Fue hijo único del pintor surrealista Edgar Ende, quien le transmitió su rica visión de la realidad y una completa educación artística y humanística, y Luise Bartholomä, una fisioterapeuta. Desde pequeño convivió con pintores, escritores y escultores, “ya de pequeño aprendí todas las teorías (también aquellas que hoy en día todavía son revolucionarias) sobre el arte y la literatura”, comentó Michael. Sin embargo le tocó vivir una época de ambiente nacionalista y de guerras, cuyas experiencias contribuyeron a afianzar el anhelo de belleza, humanidad y armonía que refleja en su mundo de fantasía.

Por el año de 1947 entró en la escuela antroposófica del filósofo Rudolf Steiner, en Stuttgart, y fue en ese año cuando escribió su primera obra de teatro: Ya es la hora, dedicada a la matanza de Hiroshima. También de joven participó en una agrupación antinazi llamada “Frente Libre Bavarian” mientras era estudiante, pero suspendió sus estudios para servir al ejército alemán. Tiempo más tarde, toda su familia se mudó a una zona donde habitaban muchos artistas en Munich, aspecto que inspiró al joven artista.

Entre 1947 y 1950 estudió interpretación en la escuela de Otto Falckenburg, en Munich; luego comenzó a escribir relatos de corte infantil y juvenil. También trabajó como actor, guionista de espectáculos de cabaret y como escritor de críticas cinematográficas. Años después, en 1955 Ende escribió la obra de teatro El Feo.

Así pasó algunos años de trabajo inestable como actor y escritor libre, escribió todo lo que le proporcionaba dinero: canciones, monólogos para cabarets político-literarios, sketchs, etc. Pero justo cuando tenía una situación económica y moral insoportable, aceptaron su libro Jim Botón y Lucas el maquinista el cual obtuvo gran popularidad en su país en 1960, una novela fantástica con la que ganó el premio Deutscher Jugendbuchpreis como mejor libro alemán del año para público infantil, aún después de que fue rechazada durante dos años. Esta obra trata las aventuras de un niño que por error llega a una isla tan pequeña que un habitante más representa un problema grave de espacio. Al crecer decide marcharse y Lucas, el maquinista, lo acompaña con su increíble locomotora recorriendo todo un mundo real y fantástico.

Con esta primera novela, Ende recibe sus primeras críticas recibidas de muchos editores que rechazaron su manuscrito por ser excesivamente fantástico, tomando en cuenta que en el ambiente de los años sesenta en Alemania presidía el realismo y los textos comprometidos socialmente, cualquier otro tipo era clasificado como literatura de evasión, en especial la fantástica. Por ello, Ende es obligado una y otra vez a justificarse hasta que decide irse a vivir a Roma con su primera esposa Ingeborg Hoffman, una cantante, hasta que en 1985 ella falleció debido a un cáncer.

En 1985, debido a la muerte de su mujer, Ende regresó a Alemania para instalarse a las afueras de Múnich, donde se casó cuatro años después con su traductora japonesa Mariko Sato.

Entre sus libros más destacados se encuentra Momo (1973), una novela polémica para su época debido a la dura crítica social, la obra narra la aventura de una niña que se enfrenta a los hombres grises que se dedican a robarle el tiempo a los hombres. Esta historia fue llevada al cine, así como también La Historia Interminable (1979), en el cuál un libro habla de un libro. En general es la historia de Bastián Baltasar Bux, quien al robar un libro descubre que este habla de él y es absorbido por su trama. Y aunque de nuevo se tuvo que justificar frente al realismo, tan importante en esa época, el éxito superó lo previsto y, no sólo fue leída por niños y adultos, sino que obligó a cuestionar nuevamente el concepto de literatura juvenil mientras que grupos pacifistas iban a las manifestaciones con el libro bajo el brazo.

Es importante destacar que a pesar de la mala crítica, Ende siempre se mantuvo fiel a sus principios y a su filosofía defendiendo la literatura fantástica; pero no como una vía de escape de la realidad, sino como parte de la misma, él solía decir: “La fantasía no es una forma de evadirse de la realidad, sino un modo más agradable de acercarse a ella.”

Llegó a comentar en entrevista que cuando nos fijamos un objetivo, el mejor medio para alcanzarlo es tomar el camino opuesto: “No soy yo quien ha inventado dicho método. Para llegar al paraíso, Dante, en su Divina comedia, comienza pasando por el infierno. Para descubrir las Indias, Cristóbal Colón elevó anclas en dirección a América. Para encontrar la realidad hay que hacer lo mismo: darle la espalda y pasar por lo fantástico. Ése es el recorrido que lleva a cabo el héroe de La historia interminable. Para descubrirse, a sí mismo, Bastián debe primero abandonar el mundo real (donde nada tiene sentido) y penetrar en el país de lo fantástico, en el que, por el contrario, todo está cargado de significado. Sin embargo, hay siempre un riesgo cuando se realiza tal periplo; entre la realidad y lo fantástico existe, en efecto, un sutil equilibrio que no debe perturbarse: separado de lo real, lo fantástico pierde también su contenido. Eso lo aprende Bastián a su paso por la ciudad de los emperadores destronados. Al haber perdido hasta el recuerdo del mundo real, los habitantes de dicha ciudad del absurdo se ven obligados a desparramar al azar las letras del alfabeto durante todo el año, esperando que, en el transcurso de la eternidad, acaben por aparecer todos los libros del mundo, entre los que se encuentra, claro está, La historia interminable.”

La primera vez que fue llevada al cine fue en 1984, donde muchos detalles del libro fueron modificados y aunque Ende se desilusionó, fue un éxito en taquilla. Sus libros se han caracterizado por tener nombres llamativos y extraños, como por ejemplo: El libro de los monicacos (1970), Tragasueños (1978), Jojo: Historia de un saltimbanqui (obra de teatro 1982), El Goggolori (1984), El espejo en el espejo (1986), El Ponche de los deseos (1989) y Carpetas de Apuntes (1994) que contiene algunos ensayos autobiográficos con algunos relatos fantásticos y de aventura.

A Michael Ende se le diagnostica cáncer de estómago en junio de 1994, el cuál fue intervenido quirúrgicamente en una clínica de Munich, pero los especialistas de la University Clinic de Um le diagnosticaron fase terminal. Mientras se recuperaba de la operación escribió en 1995 Mamonella o el genio de la botella, comisionado por el Teatro Estatal de Bavaria; pero nunca se terminó. Alcanzó a celebrar su cumpleaños número 65 alejado de la publicidad y rodeado de sus amigos.

Su salud fue empeorando y tras probar con diferentes tratamientos, murió el 20 de agosto de 1995, no sin antes repetir que “existen uno o varios mundos más, no detectados por nuestros sentidos pero tan reales como el nuestro, o quizá más”.