viernes, 12 de septiembre de 2008

Justo Sierra Méndez (1848-1912)


Fue un escritor, historiador, periodista, poeta y político mexicano. Nació en Campeche hoy San Francisco de Campeche, el 26 de enero de 1848. Fue hijo del abogado yucateco don Justo Sierra O'Reilly, (1814 - 1861), eminente jurisconsulto, novelista, historiador y escritor, y de doña Concepción Méndez. De chico estudió en la ciudad de Mérida, estado de Yucatán y los terminó en México a donde se trasladó su familia a la muerte de su padre, en el Liceo franco-mexicano, y más tarde en el Colegio de San Ildefonso, donde realizó brillantes estudiosy se reveló su vocación literaria. En 1871 se recibió de abogado y publicó sus primeros ensayos literarios a partir de 1868, y poco después entró en la vida pública. Probó suerte en el drama con su obra Piedad y en la novela con El ángel del provenir. Fue varias veces diputado al Congreso de la Unión, y magistrado de la Suprema Corte de Justicia. En 1868 se dio a conocer con Playera y las Conversaciones del domingo que aparecieron en El Monitor Republicano. Durante algunos años dio clases de Historia en la Escuela Nacional Preparatoria, para la que escribió un libro de texto bien conocido. Fue uno de los directores de la Revista Nacional de letras y Ciencias (1889-1890) y colaboró en las principales publicaciones periódicas de su tiempo. Ejerció una influencia muy grande en los medios intelectuales y una vez muerto Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), fue el maestro que orientó a las nuevas generaciones. Fue nombrado titular en la antigua Secretaría de Justicia e Instrucción Pública y Bellas Artes (1905), cargo que desempeñó hasta 1911, cuando fue designado Ministro Plenipotenciario de España. A él se debió el establecimiento del primer sistema de educación pública en México, y la reorganización de la Universidad Nacional (1910). Dirigió la publicación de México, su evolución social (1900 -1902) y de la Antología del Centenario (1910). Presidió la Academia Mexicana correspondiente de la Española desde 1919. Finalmente murió en Madrid el 13 de septiembre de 1912. Su cadáver fue traído a México y sepultado con grandes honores públicos. En el primer centenario de su nacimiento la Universidad lo declaró Maestro de América y sus restos fueron trasladados a la Rotonda de los Hombres Ilustres. La obra de Justo Sierra es una de las más ricas y caudalosas de su tiempo, que cuenta con narraciones, poesías, discursos, doctrinas políticas y educativas, viajes, ensayos críticos e historia.

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