viernes, 29 de agosto de 2008

Ángela Peralta (1845-1883)


Fue cantante y compositora de ópera nacida en la ciudad de México el 16 de junio de 1845. Desde pequeña tuvo inclinaciones artísticas, y a los 8 años cantó: “La Cavatina”, de Donizetti y a los 15, cuando terminó sus estudios musicales en el Conservatorio Nacional de Música, se presentó por pirmera vez y con gran éxito, interpretando “El trovador”, en el Teatro Nacional. Posteriormente viajó a Europa en 1861, ahí la llamaron por primera vez “El ruiseñor mexicano”. Su triunfo inaugural en el Viejo Continente llegó la noche del 13 de mayo de 1862, cuando interpretó “Lucía de Lammermoor” en la Scala de Milán. Terminada la temporada en ese teatro, recorrió los principales coliseos de Milán, Turín, Lisboa, Alejandría, Génova, Nápoles, San Petersburgo, Madrid y Barcelona. Terminó su gira artística de regreso a América, donde actúo ante los públicos de Nueva York y La Habana. Luego regresó a México en 1865. A sus 20 años de edad ya había conquistado los principales escenarios europeos con su privilegiada voz. El 29 de enero de 1866 cantó para los emperadores Maximiliano y Carlota. A cambio de tal condescendencia se le nombró "Cantarina de cámara del imperio". Un año después, el Ruiseñor cantó en el puerto de Veracruz “I Puritani” de Bellini, a beneficio del fomento de la guerra contra el invasor. Tiempo después, Ángela Peralta contrajo matrimonio con su primo hermano Eugenio Castera, a quien señalan culpable de la infelicidad en la vida íntima de la cantante, a causa del mal mental que empezó a padecer Castera al año de su matrimonio. Mientras fue esposa, Peralta se dedicó a componer una serie de obras breves de extraordinaria sencillez. En 1876, la enfermedad de Castera le impidió realizar sus giras proyectadas y tuvo que recluirlo en un hospital parisiense, en el cual murió en marzo de ese año. En 1879, Ángela Peralta vio cómo declinaba su éxito por sostener relaciones amorosas con su empresario el Julián Montiel y Duarte. El ruiseñor mexicano empezó a sufrir la indiferencia del público y su temporada fue un verdadero fracaso, enfermando de pena y agotamiento. Al año intentó reconquistar a su publico, pero todo fue en vano. Descansó tres años, tenia que reponerse de los golpes morales, artísticos y económicos que habían minado su salud y su ánimo. En 1883, Ángela Peralta reanudó sus giras. Lo hizo por el interior de la república, seguida por un grupo de jilgueros italianos de dudosa categoría. Procedente de Guaymas (Sonora) y La Paz (Baja California), en cuyo teatro improvisado en un patio cantó por última vez la ópera María de Rohan, llegó a Mazatlán el 22 de agosto de 1883. Su compañía estaba integrada por 80 artistas, en su mayoría italianos. Al día siguiente, el 23 de agosto, la compañía hizo su presentación con la ópera de Verdi “El trovador”, debutando el tenor de fuerza Fausto Belloti ante escaso público, pues corrían alarmantes rumores sobre la propagación de la fiebre amarilla. En los primeros días de la semana, la enfermedad, que en la ciudad fue conocida con el nombre de "níquel", se desarrolló de una manera alarmante. La compañía suspendió sus funciones a causa de haberse enfermado una gran parte de las personas que la componían, entre ellas la señora Peralta. El mal se ensañó con los miembros de la compañía a tal grado, que de los 80 que la integraban sólo seis quedaron, entre ellos la soprano Zopilli y la contralto, señora Saborini. Ángela Peralta falleció el 30 de agosto de 1883, casándose en articulo mortis con su amante, don Julian Montiel y Duarte. Se vistió el cadáver con ropa de alguno de los personajes que en vida había interpretado la diva mexicana y, según se dijo entonces, también se le colocaron sus mejores joyas. El 11 de abril de 1937 sus restos fueron exhumados para ser trasladados al panteón civil de la Ciudad de México. Entre la tierra y trozos de madera no se encontró ni una sola alhaja, ni un simple dije. Sólo unas chinelas y restos de cabellera castaña.


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