miércoles, 6 de agosto de 2008

Diego Velázquez

Diego Velázquez ha sido uno de los mayores exponentes de la pintura española a lo largo de toda su historia. Nació en la ciudad de Sevilla. A los once años de edad comenzó con un duro aprendizaje en el taller de Francisco de Herrera el Viejo, un conocido pintor en la Sevilla del siglo XVII. Pero por diferencias entre tutor y discípulo, Velázquez pasó a manos de Francisco Pacheco, pintor de estilo manierista. En 1617, con dieciocho años cumplidos, Velázquez se instaló como pintor independiente. Pacheco ejerció gran influencia sobre Velázquez, tanto pictórica, como cultural y literaria. Lo ayudó a tener numerosos contactos e influencias para lograr su ascenso del pintor a la corte española. En 1618, Diego se casó con la hija de su mentor, por lo que, como pintor independiente y casado, tuvo que elaborar encargos religiosos y escenas de corte costumbristas, desarrollando la técnica del claroscuro, influido por el naturalismo de Caravaggio de 1618 a 1623. En estas fechas realizó El aguador de Sevilla en 1620 y La comida en 1619. Participó en círculos culturales como los “Círculos de las Artes”, impartido por Pacheco, su maestro y suegro. Posteriormente hubo cambio de reinados, Felipe IV le sucedió a su padre Felipe III, éste abogó por que la corte estuviera integrada mayoritariamente por andaluces, por lo que colocó como figura principal real a Duque de Olivares. Pacheco, como quería que Velázquez alcanzara el puesto de pintor del Rey, en 1623, con la intercesión de Juan de Fonseca, uno de los andaluces en la corte de Felipe IV, Pacheco logró que el Conde-Duque de Olivares diera una orden de presentación en Madrid para que Velázquez pintase al monarca. Este retrato le garantizó su presencia indefinida en la corte real. Cuatro años después, Felipe IV lo nombró Ujier de Cámara. En 1628 el pintor conoció a Peter Paul Rubens, pintor de la escuela flamenca, quien le recomendó visitar a Italia para continuar con su formación e intercedió ante el rey para obtener el permiso. El 23 de agosto de 1629 llegó a Génova, y después de un tiempo se trasladó a Villa Médicis en una de las colinas romanas, allí entró en contacto directo con la teoría y la práctica del arte italiano de su tiempo. También en esa época conoció a la reina de Hungría María Ana de España, a quien retrató en 1630. Un año después, en su regreso a España, recibió el encargo de retratar al príncipe Baltasar Carlos, en cuyo retrato, Velázquez experimentó un cambio en el color de sus pinturas, más vivo e intenso. En 1633 se casó la hija de Velázquez con Juan Bautista Martínez del Mazo, pintor también. Un año después, Velázquez le cedió su puesto de Ujier de cámara a su yerno asegurar el futuro económico de su hija, mientras tanto él ocupó el puesto de ayudante de Cámara, que supone los favores reales, dado que se convierte en una de las personas más próximas al monarca. Tras una serie de desgracias en la corte y tras la muerte de su suegro y maestro Francisco Pacheco, el 27 de noviembre de 1644, Velázquez decidió partir a Italia en 1648 como embajador y artista español. En Génova el pintor volvió a transformar su estilo pictórico, aumentándole luz y exagerando las perspectivas. En 1651, Velázquez regresó a España. Felipe IV lo nombró Aposentador Real, cargo que le quito gran cantidad de tiempo para desarrollar su labor pictórica, sin embargo, en ese tiempo realizó sus dos obras maestras: Las Meninas en 1656 y Las Hilanderas. Habiéndole sido concedida la Orden de Santiago, a la cual él tanto aspiraba, murió en 1659 en Madrid el 6 de agosto de 1660, tras haber padecido una larga enfermedad. Su mujer, Juana Pacheco, murió siete días después.




Dama con Abanico



Cocinando Huevos


La Costurera

Vendedor de Agua


Las meninas


El Toilette de Venus

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