viernes, 22 de agosto de 2008

Arte, Muy Norteamericano


Combination Concrete

Stuart Davis

El Museo Dolores Olmedo abre sus puertas hasta el 5 de octubre con la exposición “Arte, Muy Norteamericano”, que ofrece un panorama de la pintura de la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos.

Elena Cepeda de León, junto con James Williams, ministro consejero de la Embajada de Estados Unidos en México, y Carlos Phillips Olmedo, director del Museo Dolores Olmedo, inauguró esta exposición integrada por 46 obras representativas del movimiento artístico del modernismo estadounidense en la que se exhibe parte de las colecciones del Walker Art Center y el Museo de Arte Moderno de San Francisco, Estados Unidos.

La muestra expone obras de 24 artistas estadounidenses, conformada con pinturas realizadas durante la primera mitad del siglo XX y una década de los 60, que provienen de las colecciones del Museo de Arte Moderno de San Francisco y el Walker Art Center en reciprocidad por el préstamo de 11 cuadros de Frida Kahlo que el Dolores Olmedo hizo a estos recintos.

Gracias a este intercambio, el público puede hacer un rápido recorrido por el arte norteamericano y los temas que interesaron en esa época, como por ejemplo el campo, las escenas citadinas, el retrato y las naturalezas muertas.

Incluyendo a George Copeland Ault, Peter Blume, Alexander Calder, Edgard Hopper, Jack Levine, George Luks y George Tooker, entre otros, han volcado la mirada al interior de su país, y ya no únicamente con los ojos puestos sobre Europa, menciona Elizabeth Carpenter, curadora asociada del Walker Art Center, “podríamos decir que se vive un nacionalismo que está reflejado en la riqueza de su propio paisaje, de las vistas urbanas, con el desarrollo industrial, y en cuando a sus construcciones y de sus habitantes. Vamos a encontrar desde la gente originaria, pero también la presencia de origen latino, como los puertorriqueños.”

Government Bureau, 1956

George Tooker


Esta exposición nos muestra uno de los procesos artísticos más importantes a los que se haya enfrentado Estados Unidos después de la Primera Guerra Mundial y tras la llegada de artistas europeos al territorio, por lo que la nación recibió la influencia de algunas de las corrientes artísticas que habían estado en boga en Europa. Con este impulso, Estados Unidos volvió la mirada hacia el interior y, al igual que en muchos otros países, se desarrolló un movimiento artístico donde se exaltaron todos los aspectos de la cultura nacional: el paisaje, los tipos humanos, las construcciones urbanas y rurales, elementos de la naturaleza, pero también aspectos del desarrollo tecnológico e industrial comenzaron a invadir los lienzos de los pintores.

Es a partir de los años 20 cuando vemos un verdadero movimiento artístico norteamericano, que aunque no se concretó dentro de una misma propuesta estética, más tarde se convirtió en uno de los más importantes a nivel internacional. De esta forma se juntaron al mismo tiempo lo figurativo y lo abstracto, el neo-cubismo y el costumbrismo, lo naif y el expresionismo.


Gangster's Funeral, 1965

Jack Levine


Muchos artistas se conocieron entre sí, ejercieron influencia entre unos y otros, sin embargo, pocos se agruparon para seguir una misma línea artística, lo que significa que crearon propuestas estéticas y técnicas individuales, como el dripping, el action painting, el abstraccionismo, el expresionismo, el American Scene, el surrealismo y el happening, entre otros.

“La gente que nos visite va a tener de un solo tajo una panorámica bastante amplia de todo el arte norteamericano”, aseguró Josefina García Hernández, directora de Colecciones y Servicios Educativos del Dolores Olmedo.
Explicó que, en este caso, no se verá arte estadounidense influido por creadores europeos, más bien son los géneros y corrientes europeas lo que toman los artistas como motivo para representar su propio entorno. En este sentido, dijo, se trata de un “arte muy norteamericano”.



Steel Fish, 1934

Alexander Calder


La misma Carpenter opina que “los artistas norteamericanos captaron tanto las tensiones sociopolíticas de su tiempo como su aura de júbilo, al depositar su fe y su idealismo en la energía y la promesa de una panacea tecnológica”.

“También podríamos decir que Estados Unidos se brincó una parte importante del proceso artístico, que no tuvo toda la secuencia en cuanto a las vanguardias europeas, pues las conocieron de un solo golpe, y a partir de ahí cada artista se inclinó por la que más le interesaba.”

“Ahí está, por ejemplo, la influencia de Matisse o Picasso y su cubismo. Incluso se desarrolló un cubismo norteamericano que es conocido como “Colonial Cubism” el cual fue desarrollado por Stuart Davis. De hecho, una de sus obras más representativas, que lleva justamente el nombre de este movimiento, es una de las que ahora se pueden apreciar”.


Otro nombre indispensable es el de Alexander Calder, quien fuera el creador de las primeras esculturas con movimiento, y que fueron bautizadas por su amigo Marcel Duchamp como “móviles”.

Finalmente, la titular de Cultura menciona que Arte, Muy Norteamericano es un gran esfuerzo que empata con los propósitos centrales de la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal: “hacer efectivo el derecho que tenemos todos los habitantes de esta ciudad de apreciar lo mejor del arte mundial, para que cada ciudadano pueda experimentarlo y sentirlo. Conocerse y reconocerse en las propias búsquedas del artista y enriquecer su experiencia cultural”.

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