Un texto de Beatriz Bezares García
Lo daño con mis manos alrededor,
la sangre de sus lagrimales brota,
las heridas manchan su carne rota
y los gritos emergen del interior.
El ambiente es sobrecogedor.
La falta de sus besos derrota
nuestra aficionada fe devota,
y trata con su voz ser defensor.
Mas si no he de tener beneficio,
prefiero matarlo de mis enojos
a continuar sin este nuestro vicio.
No acepta nuestros caminos rojos,
ya no me importa el sacrificio,
herédame las cuencas de tus ojos.la sangre de sus lagrimales brota,
las heridas manchan su carne rota
y los gritos emergen del interior.
El ambiente es sobrecogedor.
La falta de sus besos derrota
nuestra aficionada fe devota,
y trata con su voz ser defensor.
Mas si no he de tener beneficio,
prefiero matarlo de mis enojos
a continuar sin este nuestro vicio.
No acepta nuestros caminos rojos,
ya no me importa el sacrificio,
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