jueves, 22 de enero de 2009

Pachucos






Así se les nombraba a los jóvenes estadounidenses de origen mexicano (chicano) que surgieron a mediados de los años 20’s. Llevaban ropa llamativa, el cual consistía en un traje con pantalón muy holgado, pero ceñido en la cintura y en los tobillos, un saco largo con amplias solapas y hombros amplios, acolchados, llamado Zoot Suit. Además, incluían al atuendo un sombrero tipo italiano, a veces adornado con una pluma. El pantalón se vestía con tirantes y se adornaba con largas cadenas a un costado, y se utilizaba con zapatos estilo francés bicolor generalmente blanco y negro.

La etimología de la palabra “pachuco” proviene del náhuatl: Pachuco pachoacan [lugar donde se gobierna]. Quizá queriendo connotar que el Pachuco gobierna algo (un burdel, un casino, su barrio). Otra teoría dice que la palabra se deriva de “pocho”, un término argótico para un mexicano nacido en los Estados Unidos.

Algunas cuadrillas hispanas estadounidenses adoptaron el estilo Pachuco, así que la mayor parte de los blancos asumían que si alguien se vestía en aquel estilo, formaba parte de esa cuadrilla. Los pachuchos estaban muy arraigados a su barrio, por lo que era muy importante para ellos tener una especie de códigos de honor, como la jerarquía y pelear uno a uno.

La música que frecuentaban era el Boggie, el Swing, y el Mambo. Fueron los Pachuchos quienes dieron origen al spanglish, llamado caló chicano (a veces llamado “pachuquismo”), un argot único que fusionó palabras y frases creativamente que aplicaban la terminología formal española, e imaginativamente adoptó palabras de préstamo inglesas.

En gran parte, ese caló fue su corriente principal y es el último vestigio de supervivencia del Pachuco que fue retomado por los cholos, a menudo usado en el léxico de latinos urbanos hasta este día.

El estilo pachuco se extendió de California, Texas o San Diego, hasta la frontera con México, sobre todo Tijuana y Ciudad Juárez. Para Octavio Paz, el Pachuco era un fenómeno similar al de Zazou en Francia después de la Segunda Guerra Mundial, era el único eslabón conocido entre las dos culturas, la mexicana y la estadounidense.

Germán Valdés, “Tin Tan”, a menudo se mostraba vestido de Pachuco y empleó el argot Pachuco en muchas de sus películas. Se le apodó: “El Pachuco de Oro”, pues TIN TAN retoma a los Pachucos y de alguna manera los dignifica.

El auge de los Pachucos fue en los años 40's y 50's, la subcultura disminuyó en los años 60's y principios de los años 70's, debido a la recesión y la naturaleza cada vez más violenta de vida de cuadrilla en la frontera pues las cuadrillas méxico-estadounidenses.

Con el tiempo, adoptaron un uniforme de camisas de franela y khakis o pantalones de mezclilla holgados, y un paliacate en la frente, que representaba la imagen del obrero en los Estados Unidos. Es así como surge el Cholo, evolución del Pachuco y es así como el Pachuco iba realmente muriendo.

Un hecho interesante es que el Zoot Suit se ha convertido en una opción popular de ropa formal para jóvenes latinos y rurales en vecindades pesadamente étnicas. Típicamente es llevado en una fiesta escolar o en algunos casos, en ceremonias de comienzo de universidad, bodas, bautizos, sobre todo en la frontera.


lunes, 19 de enero de 2009

Salvador Novo


Fundador, junto con Xavier Villaurrutia, de las revistas Ulises (1927) y Contemporáneos (1928), además de ser activo participante en la renovación de nuestra literatura. Su poesía se le considera entre los mejores de los “Contemporáneos". Novo "nacionaliza" el humor de vanguardia: sus poemas manifiestan la burla del sentimiento modernista y la apertura hacia el paisaje de la primera posguerra: urbano, industrial, publicitario. Fija con distancia críticas, imágenes de su infancia perdida. En Nuevo amor, el encuentro, la separación, y las memorias se expresan directa y libremente, con una tonalidad de íntima pesadumbre que no menguó nunca su novedad ni su frescura. Ganó el Premio Nacional de Literatura en 1967. Su poesía completa nunca ha sido publicada. Entre las que están, contamos con: XX poemas, 1925, Nuevo amor, 1933, Espejo, 1933, Seamen Rimes, 1934, Décimas en el mar, 1934, Romance de Angelillo y Adela, 1934, Poemas proletarios, 1934, Never ever, 1934, Un poema, 1937, Poesías escogidas, 1938, Dueño mío. Cuatro sonetos inéditos, 1944, Décimos: "Nuestra tierra", 1944, Florido laude, 1945, Dieciocho sonetos, 1955, Poesía, 1915-1955, Sátira, 1955 y Poesía, l961. Además, Salvador Novo fue el primer poeta mexicano que tradujo un libro completo en inglés en 1935. Las memorias de Salvador Novo han sido recientemente publicadas bajo el título La estatua de sal. Sus ensayos también han sido publicados recientemente, y editados por Sergio González Rodríguez, Viajes y ensayos.

Gabriel Careaga

Fue un sociólogo y académico mexicano que se destacó como ensayista, en cuyos temas abarcó la política y la sociedad mexicana. Estudió sociología en la UNAM, y posteriormente la maestría de economía en el Colegio de México. Durante 30 años fue profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Careaga se caracterizó por su análisis corrosivo de la realidad mexicana. Su visión de la sociedad era en particular demoledora e iconoclasta, lo que refleja en sus libros y su brillantísima cátedra en la UNAM, con la materia "Formación social mexicana". En su obra cumbre, Mitos y fantasías de la clase media, desarrolla un esbozo de lo que fue la clase media en los años 70 y 80. En general, Careaga dejó un legado imborrable de lo que la Sociología puede aportar en términos de imaginación y recreación de la realidad. Otra obra inolvidable es Biografía de un joven de la clase media, un espejo de la realidad setentera que vivió el Distrito Federal. Se trata de un dibujo cuasi exacto de lo social-mítico y mágico de la clase media, una especie de mural de lo que fue la vida en la ciudad de México, incluyendo su “Zona Rosa herida”, como él afirmaba, por la aparición de la estación Insurgentes del Metro. Al mismo tiempo, concibe a la ciudad como un laberinto y como un escaparate del Liverpool Insurgentes donde los setenteros y las imágenes de los años ochenta fueron, sin saberlo, un presagio de la sepultura discreta de la clase "media-media" que se fue junto con el peso, sin aleaciones y la añoranza incluida. Se le recuerda como una figura independiente del pensamiento, el profesor e investigador Gabriel Careaga dejó constancia de la intransigencia frente al poder absoluto. Su obra es un momento de reflexión profunda de lo mexicano, lo social de lo que México fue y seguirá siendo la sociedad en México.

jueves, 8 de enero de 2009

La evolución del hombre


Regresémonos hasta el origen de la humanidad, sólo así podemos entender mejor este proceso del arte desde sus raíces. Ernst Fischer[1] considera que el arte es casi tan antiguo como el hombre, valiéndose desde la perspectiva de que éste es una forma de trabajo y que el trabajo es una actividad instintiva de la humanidad.

El hombre toma posesión de la naturaleza y la transforma a su conveniencia a través del trabajo. Pero para que esto suceda, el hombre tuvo que haber aprendido a usar los instrumentos. “Se hizo o se produjo a sí mismo haciendo o produciendo instrumentos.”
[2]

En el hombre, el paso de un determinado organismo biológico a la etapa arborícola favoreció el desarrollo de la visión a expensas del olfato, después la construcción del morro facilitó un cambio en la posición de los ojos. La criatura, ya con un sentido de la vista más agudo y preciso, tuvo la necesidad de mirar en todas las direcciones, lo que lo condicionó a tener una postura erecta. Los miembros anteriores quedaron libres y el cerebro se desarrolló con la postura erecta del cuerpo; todo esto, más los cambios en la alimentación y otras circunstancias contribuyeron a crear las condiciones necesarias para que el hombre se hiciese hombre.
[3]

Pero lo que fue decisivo para la evolución, cuenta Tomás de Aquino, fue la mano, el Organum organorum y así lo expresó con su definición de hombre: “Habet homo rationem et manum.” La mano liberó a la razón y produjo la conciencia humana.

Gordon Childen señala en The Story of Tools:
[4]

“Los hombres pueden fabricar instrumentos porque sus pies delanteros se han convertido en manos, porque al ver un mismo objeto con ambos ojos pueden calcular las distancias con gran exactitud y porque un sistema nervioso muy delicado y un complicado cerebro les permiten controlar los movimientos de la mano y del brazo en acuerdo y ajuste precisos con lo que ven con ambos ojos. Pero los hombres no saben fabricar ni utilizar los instrumentos por un instinto innato; deben aprenderlo con la experiencia, con la prueba y el error.”

En el proceso del trabajo la relación natural de causa a efecto se invirtió, por así decir: el efecto anticipado, previsto, se convirtió en “finalidad”, en el legislador del proceso del trabajo. El medio ha precedido al fin y el fin se revela con el uso de los medios.

Permítaseme citar una vez más a Marx: “Hemos de considerar el trabajo como forma peculiar de la especie humana. La araña realiza operaciones parecidas a las del tejedor; y más de un arquitecto quedaría en ridículo ante la habilidad con que la abeja construye su celda. Pero lo que distingue desde el primer momento al más incompetente de los arquitectos de la mejor de las abejas es que el arquitecto ha construido la celda en su cabeza antes de construirla con cera. El proceso del trabajo termina con la creación de algo que, al iniciarse, ya existía en forma ideal. El trabajador no se limita a provocar un cambio en los objetos naturales; al mismo tiempo, realiza sus fines propios en la naturaleza que existe fuera de él, los fines que rigen sus actividades y a los que ha de subordinar su propia voluntad.”

Es decir, que los órganos biológicos se han formado como resultado de la adaptación a las condiciones del mundo exterior; por ejemplo, el animal debe arreglárselas con los órganos que dispone y sacar de ellos el máximo rendimiento.

En cambio, el hombre busca instrumentos de trabajo exterior a su organismo, y por lo mismo son reemplazables: no tiene porqué adaptar sus exigencias a estos instrumentos, al contrario, puede adaptar los instrumentos a las exigencias.

Esto condujo al descubrimiento de que se puede aumentar la eficiencia de un instrumento ya existente pero imperfecto. No es imprescindible tomar directamente de la naturaleza un instrumento sino que le puede producir. Con la utilización de los instrumentos nada es, en principio, imposible.

Incluso el pensamiento no es más que una forma abreviada de experimentación transferida de las manos al cerebro; por lo que los innumerables experimentos que había realizado el hombre primitivo para sobrevivir, han dejado de ser “recuerdo”, para convertirse en “experiencia”.

El hombre necesitó mucho tiempo para elevarse por encima de la naturaleza y enfrentarse con ella como creador. Cuando alcanzó esta fase, la diferencia era la siguiente: su cerebro no se limitaba a reflejar literalmente las cosas; gracias a la experiencia del trabajo podía reflejar también las leyes naturales y reconocer las relaciones causales.

Se obtiene con ello un nuevo poder sobre la naturaleza, un poder potencialmente ilimitado. Este descubrimiento constituye una de las raíces de la magia y, por tanto, del arte.


[1] Fischer, Ernst. La necesidad del arte. Barcelona, Ediciones Península, 1978
[2] Id. pag. 15
[3] Id. pag. 17
[4] V. Gordon Childe, The Story of Tools, Cabbet Publishing Co., 1944.

El arte como un fenómeno social

No podríamos otorgar exactamente una definición de arte, puesto que es una noción abstracta que va ligado al concepto de cada ser humano, de su obra y de la naturaleza. Depende de cómo ve la sociedad el mundo en su época, y aún así, el arte es atemporal, porque el observador de la obra de arte la interpreta según su sistema de valores actual.

Pero si vemos al arte desde una perspectiva social, en el sentido que sólo se concibe en función de la vida de las sociedades humanas, podría definírsele comoun “fenómeno social de intuición creadora que se concreta en la obra del artista con el fin de suscitar en el hombre y en la sociedad, emociones estéticas, sentimientos de admiración y sublimaciones colectivas”.[1]

Sin embargo, aún cuando el artista se rige a través de un método y una serie de reglas, el resultado, que es el objeto de arte, tiene el propósito de romper todas las barreras posibles con tal de producir esas emociones, sentimientos y sublimaciones colectivas. Hablo de esa habilidad que tiene el artista para transformar la materia o sustancia en una forma “esencial y bella”.

Esa habilidad se maneja en el arte como una “intuición creadora”, pero no la intuición que se puede presentar en los diversos actos de la vida del hombre que tiende a crear algo nuevo, algo diferente; sino como lo menciona Kant: esa capacidad universal de tener representación “sin presencia del objeto”. Es decir, saber manejar la intuición con el fin de entregar un conocimiento sensible, un conocimiento producido por la imaginación.

Una forma más sencilla de diferenciar la intuición que tiene toda persona (dígase un descubrimiento científico, una máquina, una ley o un pensamiento) de una intuición creadora, se encuentra únicamente en los fines, pues mientras en la industria y en la ciencia la finalidad es utilitaria, en el arte revela un puro desinterés. Desde el punto de vista del utilitarismo, no hay nada menos útil o más inútil que el arte. “El artista sólo desea producir emociones estéticas”.[2]

Inclusive, se ha dicho que el fin del arte es el arte mismo, pero no lo es del todo. El arte es una manera de comunicación humana y como tal tiene un propósito y un fin. Tan sencillo como que el artista que crea una obra artística, quiere decir con ella algo a la sociedad en que vive. Y es en este espacio (Blog) donde no sólo enfatizaré el hecho de que en realidad el arte es un lenguaje, como así lo afirma León Tolstoi; sino que también pretendo descubrir el hilo negro que nos llevará a entender la importancia del arte dentro de la “polis”, pero sobre todo, la influencia que ejerce éste en la composición de una sociedad.

Cierto es que el arte es producto de la actividad espiritual del hombre. Pero por otro lado, como lo indica el Marxismo, el arte como una forma específica de conciencia social y de actividad humana, es un reflejo de la realidad a través de imágenes artísticas.

Y estas imágenes artísticas nos lleva a la sublimación colectiva. Entendida como la unificación, emotividad y exaltación de la conciencia social que se produce en determinadas circunstancias de la vida de los pueblos, logrando que se vea reflejado en las idealizaciones, sentimientos, ideas, maneras, costumbres, actitudes; en una palabra, la cultura propia de un grupo humano en el que cada uno de sus integrantes se identifica y se ama.[3]

De este modo se obtiene la relación que existe entre la sociedad y el artista y por consiguiente, determinar la influencia, que a su vez, el arte como síntesis de artista y sociedad, ejerce sobre ésta.

Pero esa razón, ha dicho Sauerman que: “crear arte y gozar del arte, equivale a una integración de la sociedad en la conciencia.”
[1] Mendieta y Núñez, Lucio. Sociología del arte. México, UNAM, 1979.
[2] Id, pag. 2
[3] Id, pag. 3
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